domingo, 21 de abril de 2013

Patatas fritas para el hambriento

Agua para el sediento y patatas fritas para el hambriento


A veces podemos entender las palabras pero no entendemos el porqué del mensaje. ¿Te pasa eso con este cartel? Estaba en la puerta de una tienda de alimentación:


patatas fritas para el hambriento
Córdoba


"Sediento" significa 'el que tiene sed' y "hambriento", 'el que tiene hambre'. "Estar sediento" o "estar hambriento" son formas más cultas y menos habituales de decir "tengo sed" o "tengo hambre". Pero lo gracioso de este cartel es que recuerda a la Biblia. En ella hay muchas referencias a un mandato de Dios, que nos dice que hay que "dar agua al sediento y pan al hambriento" . En esta tienda, en lugar de un alimento básico y representativo como es el pan, ofrecen patatas fritas.

En el nombre de esta otra tienda encontramos también una referencia a la religión:


el pan nuestro de cada dia
Córdoba

"El pan nuestro de cada día" es algo que se dice en la oración llamada "Padre nuestro": "El pan nuestro de cada día dánoslo hoy", pidiendo a Dios que dé lo que se necesita para vivir. Como el lenguaje de la Biblia es un poco especial, por su antigüedad y su traducción, se usa esa forma, y no, como sería más normal en el español actual, "nuestro pan de cada día".

En esta otra tienda de electrodomésticos, "Expert Lázaro", vi este cartel en el escaparate:


levantate y compra
Calle Bravo Murillo-Madrid

Quizá entiendas todas las palabras, pero es difícil entender por qué dice "levántate" si no conocemos la historia de la resurrección -o vuelta a la vida- de Lázaro. Se cuenta en los Evangelios que Lázaro de Betania era amigo de Jesucristo. Un día que Jesús fue a visitarle, supo que había muerto; fue a su tumba y dijo: "Lázaro, levántate y anda" (aunque en la Biblia no aparece exactamente esta frase, así es como se enseña este milagro en las clases de religión en España). Lázaro salió de su tumba, vivo de nuevo.

Probablemente piensas que, si encontramos todos estos carteles por las calles de España, es porque sigue siendo un país con una gran mayoría de católicos. Pero esto, que ha sido verdad hasta hace unas décadas, ya no está tan claro. Los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2012 nos dicen que un 25% de la población es atea o no creyente (el 42% entre los menores de 24 años, lo que hace pensar que en el futuro el número de no creyentes crecerá). Y según los datos del mismo CIS, el número de católicos practicantes (los que cumplen con las obligaciones: ir a misa los domingos, no comer carne en Cuaresma, etc.) ha bajado desde casi un 60% en 1975 hasta un 23% en 2012. 

Sin embargo, la religión católica ha formado parte de la vida de la mayoría de los españoles durante siglos, así que permanecen los rituales y, por supuesto, las palabras y expresiones asociadas con la religión. Yo misma, que no soy creyente, muchas veces uso expresiones como "¡Ay, Dios mío!" (que puede significar muchas cosas: susto, alarma, sorpresa, etc.) o "¡Vaya por Dios!" (para expresar resignación o paciencia cuando ocurre algún problemilla).

¡Adiós! (que viene de "a Dios", porque antiguamente se decía para desear a la otra persona la compañía de Dios en su camino).


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